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Un rato con Juanes

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El popular cantante colombiano habla sobre su papel de padre y esposo, y el trabajo en su fundación.

POCOS PODRÍAN IMAGINAR que ese muchacho de cabello corto que acomoda valijas en la parte trasera de una camioneta, estacionada frente al lobby de un hotel, ha vendido 10 millones de discos. Es que Juan Esteban Aristizábal, mejor conocido como Juanes, podría pasar por un empleado del hotel con su actitud simple y su vestimenta sencilla. Entre las cosas que acomoda en la camioneta están los regalos que les lleva a sus hijas Luna y Paloma, de cuatro y dos años, respectivamente. Juanes, además de ser uno de los cantautores más populares del momento en vastas regiones del mundo, es papá y esposo, más allá de los insistentes rumores que mencionaban —y con razón— que se había separado de su esposa, la modelo y presentadora de televisión Karen Martínez.

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Durante nuestra conversación, Juanes admitió que él y Karen habían estado separados durante cinco meses, en los que, mientras él preparaba su nuevo disco, La vida es un ratico, en su casa-estudio en las afueras de Medellín, ella estaba en Miami grabando el programa familiar Todo bebé, que transmite la cadena Telemundo. Pero si alguien sabe bien que un tropezón no es una caída, ése es Juanes, que durante muchos años fue el líder del grupo de rock pesado Ekhymosis en su nativa Colombia, con el que llegó a compartir escenarios con Alejandro Sanz y Ricky Martin.

Después de que el grupo se disolviera, tras el fracaso de su primer disco internacional, grabado precisamente en Los Ángeles, Aristizábal decidió regresar para quedarse, convencido de que podía tener una segunda carrera como solista. Tras deambular sin mucha suerte durante un par de años, dio con Gustavo Santaolalla, el músico argentino galardonado con dos premios Oscar. Como productor, Santaolalla supo orientarlo y como presidente de su propia compañía discográfica, Surco, le dio la oportunidad que Juanes estaba buscando. Fue muy gratificante para un hombre que, además de haber demostrado una creatividad contagiosa para componer canciones, ha sabido compartir con  los que menos tienen.

Juanes ha dedicado tiempo, dinero y energía a su Fundación Mi Sangre, con la cual ayuda a las víctimas de las minas antipersonales en Colombia, ha contribuido a la lucha contra el SIDA y se ha prestado a colaborar gratuitamente con los sobrevivientes del devastador terremoto que asoló recientemente al Perú.

SRD: En estos últimos tiempos corrieron rumores acerca de tu matrimonio. ¿Te preocupa que la gente entienda de una manera errónea lo que dicen las letras de La vida es un ratico?
Juanes:
Realmente no. Lo que está en las canciones es la verdad. La música es el reflejo de mi realidad.

SRD: ¿No deberías haber guardado algunas de esas canciones para dárselas a Karen y decirle: “Esto es para que lo escuches sólo tú”?
Juanes:
Es que para mí la música es eso. Eso es lo que yo soy: lo bueno y lo malo, y no tengo nada que ocultar. Cuando la gente escuche el álbum, también va a entender muchas cosas.

SRD: Llevas mucho tiempo haciendo canciones. ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías ese don para crearlas?
Juanes:
Yo diría que aproximadamente a los siete u ocho años. Recuerdo que compuse la primera canción con mi hermano mayor. Él me preguntaba cómo era posible que se me hiciera tan fácil, y yo le decía: “No sé por qué lo puedo hacer tan fácil, pero me nace así”.

SRD: ¿De verdad te resulta tan fácil?
Juanes:
Sí. Para mí las melodías son como pinceladas en un cuadro. Si tú me pones acá una secuencia de acordes, en cinco minutos te podría dar diez opciones distintas de cómo podría ir la melodía. Lo que es más complicado para mí es escribir la letra. Eso me toma mucho más tiempo, trabajo y esfuerzo.

SRD: Deduzco que vivías en un hogar musical…
Juanes:
Claro. Mi padre cantaba, y también lo hacía mi hermano mayor. Todos mis otros hermanos tocan la guitarra y cantan.

SRD: ¿Qué cosas se escuchaban?
Juanes:
Los tangos de Gardel y Los Chalchaleros… toda esa música que es muy popular en Colombia. Y Julio Jaramillo, Lucho Gatica y, por supuesto, la música colombiana.

SRD: ¿Tienes algún recuerdo musical específico?
Juanes:
Mis padres son de un pueblo pequeñito que se llama Carolina del Príncipe, que queda como a dos o tres horas de Medellín, y mi padre tenía una casa enfrente de la plaza, en el segundo piso. Cuando yo era pequeño dormía en el cuarto de mis papás, y debajo del cuarto había una cantina. A las ocho de la noche, cuando me acostaba, abajo en la cantina estaba todos los días la música popular retumbando, y por eso la tengo en las venas. Me encanta.

«Todo lo que viene de Medellín está afectado por la mezcla de su armonía y su belleza con la guerra y la violencia»

SRD: Ya veo. O te contagiabas o te volvías loco…
Juanes:
Así es. Yo diría que de ahí me viene ese amor por la música. Después, a los 15 años, me volví totalmente loco por el rock. Me parecía lo más grande que había escuchado en mi vida, y fue entonces cuando me compré mi primera guitarra eléctrica. Tenía todos los afiches de Metallica en el cuarto… ¡Era un fan!

SRD: ¿Cómo te trata tu familia ahora que eres famoso?
Juanes:
Es muy particular. Yo llego a mi casa y no existe nada de mi carrera. Llego y soy el menor de los hermanos, y me tratan como siempre me han tratado. Las cosas no han cambiado ahí.

SRD: ¿Y de qué manera influyó en ti el haber vivido en Medellín?
Juanes:
Yo nací en Medellín, me crié prácticamente ahí, y creo que es una mezcla de varias cosas: toda la pasión y todas las ganas de vivir, toda esa armonía y esa belleza que hay, mezclada también con la violencia y con la guerra. Es un lugar donde está la muerte a tu lado todo el tiempo, sobre todo en los años ochenta, que fue una época muy dura.  Creo que todo lo que venga de ahí —el arte, la música— tiene que verse afectado por esto, y no lo digo como algo negativo, sino que es el carácter que tiene.

SRD: ¿Sigue siendo así?
Juanes:
No, ya no. Medellín es una ciudad que se ha transformado impresionantemente. Hoy en día, todos aquellos espacios que antes eran lugares muy peligrosos, donde se reunían delincuentes o drogadictos, han sido renovados.

SRD: ¿Qué tan complicado resulta cuando tú quieres componer en Medellín y Karen tiene que grabar su programa en Miami?
Juanes:
Pues resulta bastante difícil. Incluso hubo un tiempo en el que estuvimos separados porque a veces las circunstancias de la vida nos alejaban: yo quería estar en Medellín, ella en Miami… Pero ahora hemos encontrado la manera de sobrellevar este tema, de ceder un poco yo y ella también, y así estar juntos.

SRD: ¿Cómo describirías tu relación con Karen?
Juanes:
Al principio fue relativamente fácil. Teníamos una confianza y una conexión impresionante, y las mismas circunstancias de nuestras vidas y de nuestras carreras nos empezaron a alejar. Ahí nos debilitamos, y ese puente que nos unía empezó a desmoronarse. Se complicó porque se generaron espacios y vacíos que fácilmente otras personas pudieron ocupar.

SRD: Debe de haber sido duro…
Juanes:
Lo fue. Pero pienso que nos distanciamos lo suficiente para darnos cuenta de que nos estábamos perdiendo, y decidimos recuperarnos, o por lo menos, intentarlo. En eso estamos ahora, y ha sido una gran lección. En los 35 años que tengo, esta crisis, después de siete años de relación con mi esposa, ha sido fuerte.

SRD: ¿Cuán difícil es ser papá en casa y al mismo tiempo ser Juanes en el escenario, para tu público?
Juanes:
Lo más difícil es el sacrificio de estar lejos de mis hijas; eso es lo más complicado. El público te llena algunos vacíos que no son los mismos que te pueden llenar tus hijas, pero te ayuda a estar un poco más equilibrado. Pero el sacrificio más alto, definitivamente es ése: estar lejos de la casa.

SRD: ¿Cómo lo resuelves?
Juanes:
Trato cada vez de que sea menos; como ellas están más grandes ya pueden viajar, acompañarme, para hacer un poco más fáciles las cosas.

SRD: En la vida cotidiana, ¿logras separarte de tu carrera y ser solamente papá Juan?
Juanes:
Yo creo que sí. No solamente en la casa, también en mi vida familiar con ellas. Me encanta estar con mis hijas y hacer lo más habitual y cotidiano todos los días, como llevarlas al colegio, ir a recogerlas, acompañarlas al parque, llevarlas al cine. Quiero que tengan un papá normal.

SRD: ¿Se dan cuenta de que su papá es diferente de los demás?
Juanes:
Luna, que tiene cuatro años, por ejemplo, se está empezando a dar cuenta de eso, porque en estos días me preguntó: “Papi, ¿tú quién eres?” Yo no lo podía creer.

SRD: ¿Y qué le dijiste?
Juanes:
Le dije: “No, mi amor, lo que pasa es que papá canta, viaja por el mundo entero, y la gente me conoce porque yo canto”. Ella me dijo: “Ah, ¿y por eso sales en la televisión?” Yo respondí: “Sí, por eso salgo en la televisión y en la radio”. Está comprendiendo más y cuando escucha que alguien habla de papá se pone contenta.

SRD: ¿Qué canción tuya les gusta?
Juanes:
“La camisa negra” les encanta. Yo grabé una canción el año pasado, que no es mía sino una canción-cuento de Rafael Pombo, un poeta colombiano, y se llama “El gato bandido”. Cada vez que llegan al estudio, me piden que les ponga esa canción.

SRD: ¿Ya puedes darte cuenta de si Luna heredó tu oído musical?
Juanes:
Sí, me doy cuenta, y aún más la pequeña. Paloma es afinadísima, le gusta mucho la música, se pasa todo el día cantando.

SRD: O sea que siguen tus pasos…
Juanes:
Sí. Las dos están metidas ahí, pero a Paloma la veo mucho más sensibilizada con la música. Todos los días, cuando estoy haciendo mis ensayos de voz con el piano, Luna pasa de largo. En cambio, Paloma se sienta a mi lado, me mira la boca, y escucha los sonidos muy interesada.

SRD: ¿Luna te reclama tus ausencias?
Juanes:
Sí, me reclama cosas, pero todavía no sabe cómo decirlo. Me ha dicho: “¿Por qué no estás acá?” A veces he llegado a casa, después de una semana o dos, y me ha ignorado totalmente, como si yo no existiera, como si fuera un fantasma, y ésa es su forma de castigarme. Pero yo le explico cuando tengo que viajar: “Mi amor, dentro de unos días me voy a ir en un avión…”.

SRD: ¿Cuándo vas a dejar que escuchen tus discos de Ekhymosis?
Juanes:
Es una buena pregunta. Quiero que estén más grandes y que vean videos de cuando el papá tenía 14 años, tocando heavy metal, para que entiendan de qué se trata.

SRD: ¿Tú crees que queda algo de aquel músico de heavy metal en este Juanes que se presenta ahora en los escenarios?
Juanes:
Sí, yo creo que todo lo que pasó en esos años ha sido fundamental para el hoy. Hay ciertos elementos, en la guitarra, en los solos, en la forma de tocar, y también en la forma de asumir una determinada actitud, que viene de ahí.

SRD: ¿Qué dicen de Juanes tus ex compañeros de grupo?
Juanes:
Dos de ellos tocan conmigo en el grupo. El bajista de ahora tocaba la guitarra en Ekhymosis, y hemos crecido y madurado juntos. Disfrutamos mucho. Hace unos días me metí en You Tube y hay un concierto de Ekhymosis increíble. Teníamos el pelo larguísimo y sonaba súper pesado, bue-
nísimo, y eso es parte de la historia.

SRD: ¿Por qué pones tanto esfuerzo en tu labor social?
Juanes:
Me parece necesario y lo siento de corazón. Siempre he participado en estas cosas, incluso desde que estaba en Ekhymosis, y ahí nadie sabía que lo hacíamos.

SRD: ¿Ya desde entonces?
Juanes:
Sí. Siempre teníamos ese espíritu comunitario que era interesante. Y también siento inconformidad con muchas cosas, y eso me hace participar. Independientemente de si estás en la música o no: es como un deber. Si uno lo tiene todo, ¿por qué no hacer algo que no cuesta nada para que otra persona pueda beneficiarse?

SRD: ¿Crees que eres un ave solitaria en esta manera de pensar?
Juanes:
 No. Afortunadamente, esto pasa mucho en nuestros países, y yo pienso que la única forma de exigir es participando políticamente como ciudadanos y exigir a nuestros gobernantes lo que queremos. Para eso tenemos que actuar.

SRD: ¿Has visto cambios concretos a partir de tus campañas?
Juanes:
 Sí, pero también es un trabajo frustrante porque el conflicto que atraviesa mi país es del tamaño de un monstruo. Lo que uno trata de construir es un camino, pero por suerte se ve el impacto. Con la Fundación Mi Sangre trabajamos con 400 familias. Cada cabeza de familia ya tiene dos o tres hijos y su mujer.

SRD: Mucha gente…
Juanes:
 Es cierto. Hay mucha gente que se está beneficiando con el trabajo de la Fundación: educación, rehabilitación psicológica, el tema laboral. Y también es importante la visibilidad que alcanza el problema, porque gracias a los medios y la denuncia, por lo menos en Colombia los niños están totalmente informados con respecto al tema de las minas antipersonales y de la guerra.

SRD: ¿De verdad?
Juanes:
 Sí. Eso es impresionante. Hace dos semanas, estuvimos en un concierto en un colegio de Bogotá y tocamos para niños de siete años, y cada niño tenía que hacer un cartel y pintar su país. Todos pintaron Colombia, y todos pintaron las minas con un rechazo brutal a eso.
Creo que a ese nivel sí funciona, porque dentro de diez o quince o veinte años, cuando esos niños sean hombres y tengan cargos importantes, tendrán otra mentalidad, y yo creo que no van a tomar las armas, sino que van a estar en el campo del conocimiento, defendiendo sus ideas. Eso sí que es importante.

SRD: ¿Por qué, de todas las causas posibles, te has volcado en la de las minas antipersonales?
Juanes:
 Yo llegué a este tema casi por accidente, porque compuse una canción para el primer disco como cualquier otra canción. A raíz de eso diferentes organizaciones que trabajan con el tema empezaron a llamarnos, a invitarnos a participar en eventos, en conciertos, en galas.

SRD: ¿Y cómo repercutió en ti eso?
Juanes: Ahí yo conocí a los sobrevivientes y sus historias, y me empecé a enterar de cómo era el conflicto entre la guerrilla y el gobierno, por qué estaban poniendo las minas antipersonales, quién las ponía, y todas las estadísticas de la situación. Fue entonces cuando me dije: si puedo hacer algo, lo haré…

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