Un ataque de apoplejía suprime el abasto de sangre a una parte del cerebro; priva a los tejidos de oxígeno y nutrientes y los mata con rapidez
¿Por qué suelen variar los efectos de una apoplejía?
Un ataque de apoplejía suprime el abasto de sangre a una parte del cerebro; priva a los tejidos de oxígeno y nutrientes y los mata con rapidez. Esto puede suceder por tres causas: en casi la mitad de los ataques apopléticos, un coágulo de sangre se forma en la pared de una arteria del cerebro y obstruye el paso de la sangre, lo que se conoce como trombosis cerebral. Un coágulo que penetra en una arteria, una embolia cerebral, causa otro 35%. El resto se produce cuando la pared de un vaso sanguíneo se debilita y crece a semejanza de un globo, lo que se conoce como aneurisma. Este se rompe y provoca una hemorragia en el cerebro.
Debido a que el ataque daña una zona específica del cerebro, las funciones controladas por estas neuronas se pierden. En una persona puede provocar deficiencias en el habla; en otra, ceguera repentina; en otra más puede producir parálisis o debilidad en un lado del cuerpo. El cerebro se divide en dos hemisferios; si un ataque mata los tejidos del hemisferio izquierdo, el movimiento del lado derecho del cuerpo puede verse afectado. El ataque suele paralizar una mitad del cuerpo, lo que se conoce como hemiplejía.
En ocasiones, los efectos de un ataque apoplético se prolongan menos de un día, en cuyo caso se trata de un ataque isquémico transitorio; este representa un aviso urgente que no debe soslayarse.
Los ataques de apoplejía son la principal causa de muerte en los países desarrollados. Es frecuente que la hipertensión y la aterosclerosis sean la causa. El estrés, fumar, una alimentación deficiente y la falta de ejercicio son otros factores de riesgo.