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Las bases de la vida oceánica

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Las algas abundan en los mares costeros donde el agua es muy rica en elementos nutritivos que favorecen el crecimiento de las plantas marinas.

Las algas 

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Las algas, de las que dependen todos los seres vivos del océano, prosperan sobre todo en los mares costeros donde el agua es muy rica en elementos nutritivos, minerales disueltos, fertilizantes naturales que favorecen el exuberante crecimiento de las plantas marinas. Muchos de estos minerales llegan al mar arrastrados por los ríos, otros alcanzan la superficie transportados por las corrientes verticales desde las profundidades del océano.

A lo largo de la costa occidental de Sudamérica, por ejemplo, estas corrientes verticales mantienen una de las zonas pesqueras más ricas del mundo. Todos los años se capturan allí millones de toneladas de anchoas que comen plancton, junto con atunes y otros peces que se alimentan de anchoas. Ante tal abundancia de peces, también prosperan enormes colonias de aves marinas que, a su vez, forman con sus deyecciones gruesos depósitos de guano que se acumulan en las islas y en lo alto de los acantilados y se recogen para emplearse como fertilizante. De vez en cuando las corrientes horizontales cambian y hacen que las ascendentes se debiliten o se detengan temporalmente; es entonces cuando se pone de manifiesto su importancia, ya que la generosa cosecha del mar se reduce considerablemente hasta que se normaliza el flujo de las corrientes ascendentes y las materias nutritivas vuelven otra vez a fomentar el desarrollo del plancton.

El plancton

La mayoría de los animales que se alimentan de plancton son relativamente pequeños, pero hay algunos sorprendentemente grandes que se mantienen con la misma dieta. A pesar de su nombre, las focas cangrejeras de las aguas antárticas se alimentan de krill, pequeños crustáceos semejantes a camarones que se reúnen en bancos. Las focas se llenan la boca de agua y luego la expulsan a través de pequeñas aberturas que tienen entre los dientes dejando dentro el krill.

El enorme tiburón peregrino, que alcanza una longitud de 9 metros o más, y el aún mayor tiburón ballena son también plácidos comedores de plancton. Lo extraen del agua valiéndose de unas proyecciones a manera de cedazos que tienen en las branquias. Pero los comedores de plancton más grandes son las ballenas del grupo de los misticetos que tienen «barbas» en la boca: del paladar les cuelgan varias hileras de placas formadas por láminas que actúan como coladores y filtran el krill y otros animales pequeños. Las ballenas azules, los animales de mayor tamaño que se conocen, son una de las especies que se alimentan de plancton, los más diminutos organismos que flotan en el mar.

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