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Exploradores y mercaderes: la carga invisible

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Los primeros exploradores y mercaderes contribuyeron a propagar las enfermedades de una parte del mundo a otra. 

¿Qué han tenido en común los exploradores y los mercaderes?

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El cuerpo humano tiende a hacerse resistente a los gérmenes que le son familiares; en cambio, pueden resultarle muy peligrosos los microbios extraños. Los pueblos que vivían geográficamente aislados, sin tener contacto con gente nueva, no estaban expuestos a nuevos gérmenes, lo que constituía una ventaja, pero los primeros exploradores y mercaderes contribuyeron a propagar las enfermedades de una parte del mundo a otra.

En el siglo XIV, los mercaderes genoveses que viajaron al Oriente regresaron a Europa cargados de pieles y sedas, pero también trajeron consigo la peste bubónica. Cuando el explorador británico James Cook llegó a Hawai en el siglo XVIII, introdujo en las islas microbios que los nativos, hasta ese momento gente de lo más saludable, desconocían; el resultado fue que miles de hawaianos murieron de enfermedades como el sarampión, la gripe y la tuberculosis. En 1778, año en que Cook visitó por primera vez el archipiélago, la población de Hawai ascendía, aproximadamente, a 300.000 habitantes; poco más de 80 años después se había reducido a menos de 37.000. Algo comparable, aunque en menor escala, sucedió a principios del siglo XX cuando los exploradores blancos irrumpieron en el mundo de los esquimales, que hasta ese momento habían vivido aislados, transmitiéndoles el sarampión, la tuberculosis y otras enfermedades. En una comunidad formada por 99 personas, 98 murieron de sarampión.

¿Por qué las enfermedades tropicales son tan difíciles de erradicar?

La mayor parte de las naciones en vías de desarrollo, incluyendo África, el sureste de Asia, gran parte de la India, el sur de China y el Medio Oriente, están ubicadas en los trópicos, regiones de clima cálido a uno y otro lados del ecuador donde prosperan los insectos, los gusanos y otras plagas que causan o transmiten enfermedades parasitarias. Las malas condiciones higiénicas y la desnutrición también contribuyen al predominio de esas enfermedades. De los 1.500 millones de personas que viven en los trópicos, se calcula que 1.000 millones padecen una o varias enfermedades propias de estas zonas, tan difíciles de erradicar como de prevenir en el curso de la vida cotidiana. Los medicamentos para tratar las enfermedades tropicales son caros o tienen efectos colaterales que pueden ser peligrosos; para empeorar la situación, muchos de los que se encuentran expuestos a ellas son gente de escasos recursos, mal alimentada y por lo tanto particularmente vulnerable a toda clase de enfermedades.

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