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Rocío, escarcha y niebla

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Una de las recompensas de madrugar es poder contemplar las diminutas gotas del rocío.

Rocío, escarcha y niebla

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¿Consiste la escarcha en rocío helado?

Una de las recompensas de madrugar es poder contemplar las diminutas gotas del rocío que al amanecer se adhieren a las telas de araña, o los dibujos de la escarcha en los cristales de las ventanas. Porque tan pronto como llegan los rayos del sol, el rocío y la escarcha comienzan a desaparecer.

Ambos son producto del frío aire nocturno. Cuando el aire comienza a enfriarse tras la puesta del Sol, poco a poco se acerca al punto de rocío (la temperatura a la que se satura de vapor de agua). Cuando el aire saturado entra en contacto con las superficies ligeramente más frías de las hojas y de las hierbas el vapor de agua se condensa y las cubre de rocío igual que cubre un vaso de agua fría en un día caluroso y húmedo de verano.

Si la temperatura es inferior al punto de congelación en lugar de rocío se forma escarcha. Cuando el aire saturado se pone en contacto con una superficie helada, el vapor de agua no se condensa en forma líquida sino que se congela directamente desde su estado gaseoso y forma diminutos cristales de hielo. Los cristales crecen a medida que se va congelando más vapor, formando a veces delicadas figuras plumosas.

¿Cómo se forma la niebla?

Igual que la escarcha y el rocío la niebla es producto del aire saturado. Cuando el aire alcanza su punto de rocío, el vapor de agua que contiene se condensa en diminutas gotas que, como las gotitas de una nube son demasiado pequeñas y ligeras para caer. En realidad la niebla es, en esencia, una nube que se forma al ras del suelo.

Muchas circunstancias diferentes intervienen en la formación de la niebla. Puede originarse cuando el suelo se enfría por la noche, enfriando a su vez el aire húmedo más próximo. O puede formarse cuando una masa de aire húmedo y cálido se desplaza sobre una corriente oceánica o una zona continental frías. También el encuentro de masas de aire cálidas y frías o el enfriamiento del aire húmedo al deslizarse por la ladera de una montaña pueden producir niebla.

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