Animales y plantas desarrollan sorprendentes estrategias de supervivencia.
Estrategias de ataque y defensa
Las pasionarias contraatacan
Hay muchas especies de mariposas helicónidas en América Central. Ellas, al igual que la mayoría de las mariposas, prefieren unas plantas a otras para depositar sus huevos, con el fin de que las crías tengan una buena alimentación. La helicónida siempre desova en una flor llamada pasionaria, de la que se alimentarán sus orugas durante la metamorfosis.
La oruga pasa toda su vida en la misma planta hasta convertirse en adulta, por lo que la hembra siempre realiza una detallada inspección del lugar para asegurarse de que no haya otros huevecillos. Muchos de ellos en una planta provocarían el agotamiento de la comida antes de que las orugas se convirtieran en mariposas. Así, si la hembra ve huevos en la planta, volará en busca de otra. Algunas pasionarias parecen haber desarrollado un mecanismo para evitar ser devoradas por las orugas: producen huevecillos falsos a partir de un tejido amarillo que hay en sus zarcillos. Estos huevecillos se parecen tanto a los de la mariposa helicónida, que esta se aleja tan pronto los ve.
Avispas grandes con hijos pequeños
Las larvas del icneumón Rhyssa, un tipo de avispa, son parásitos que se alimentan de las larvas y las pupas de las avispas de la madera, Esto no parece fácil ya que las larvas de estas últimas comen la madera de los pinos y viven en túneles de 2,5 centímetros o más dentro del tronco del árbol. Pero hace mucho tiempo los icneumones Rhyssa desarrollaron los medios para vencer esta dificultad.
Un icneumón hembra debe primero detectar una larva de avispa de la madera. Lo hace golpeando los troncos de los árboles con sus antenas, una vez que percibe las vibraciones de la larva, el icneumón Rhyssa da varias vueltas al tronco y lo golpea rápidamente en repetidas ocasiones. Entonces levanta su abdomen y se prepara para insertar su ovipositor (el tubo a través del cual pone sus huevos).
Este tubo espléndidamente adaptado es casi tan largo como el resto de su cuerpo y no más grueso que los pelos de un caballo. Cuando no se usa, se halla protegido por dos cubiertas rígidas replegadas y el ovipositor se mete en el tronco en busca de la larva de la avispa de la madera. Los agujeros que hace no siempre se ubican exactamente encima de la larva, pero una vez que la punta del ovipositor toca la larva, un solo huevecillo sale por el tubo para ser depositado cerca o encima del desdichado anfitrión.
Cuando el huevo se abre, la larva del icneumón Rhyssa devora la larva de la avispa de la madera y se convierte en pupa (hace un capullo alrededor de sí misma, dentro del cual se convertirá en adulta. Al año siguiente, el nuevo icneumón Rhyssa encontrará el camino hacia el exterior del tronco y estará preparado para repetir el ciclo reproductivo.