En 1836, una gran cantidad de lectores esperaban el siguiente fascículo de una novela de Charles Dickens.
Los primeros Bestsellers
A primeros de mes, los lectores de toda Inglaterra aguardaban con ansiedad la siguiente entrega de la última obra de Charles Dickens. Corría el año 1836 y hacía tiempo que había comenzado a publicarse en 20 entregas mensuales la novela de Dickens «Los papeles del club Pickwick». Su autor, que a la sazón contaba con 24 años, y su editorial, Chapman & Hall, podían felicitarse por el éxito de su innovadora idea: vender el libro en fascículos mensuales, por el módico precio de un chelín.
En Inglaterra se publicaban novelas desde comienzos del siglo XVIII, mas la capacidad de los libros para atraer a un público de masas solo se hizo patente cuando se publicó, a partir de 1814, la popularísima serie de novelas de Sir Walter Scott que se inició con Waverley. En la década de 1830, unos 50.000 británicos eran lectores habituales de obras de ficción; gracias a las novelas por entregas, esa cifra se había cuadruplicado tan solo 20 años después.
El imperio de las novelas de tres tomos.
Antes de la invención de los fascículos, la mayoría de las novelas se publicaban en tres tomos, con una primera tirada de unos 1.000 ejemplares. La obra completa costaba más de libra y media, un desembolso excesivo para muchos lectores. La alternativa era hacerse socio de una biblioteca de préstamos, en lugar de comprar los libros.
La cuota anual de las bibliotecas era más cara pero los socios tenían derecho a sacar hasta ocho libros a la vez, así como a cambiarlos con tanta frecuencia como desearan. El éxito arrollador de este sistema -la biblioteca Mudie’s Select recibía en cuotas 40.000 libras al año en la década de 1860- demostró a los editores que la demanda de novelas podía ser muy grande si se abarataban los costos. La solución fueron las novelas por entregas, que permitían a los editores vender el equivalente de decenas de miles de ejemplares antes de imprimir un solo volumen encuadernado. Al vender los derechos de publicación a una revista, se reducía enormemente el riesgo de invertir dinero en la impresión de libros caros que quizá no llegaran a venderse. «La dama de blanco», de Wilkie Collins, novela que inauguró el género policial, vendió 100.000 ejemplares por entregas, y la mayoría de las novelas de George Eliot, Anthony Trollope y Thomas Hardy se vendieron por entregas antes de publicarse en formato de libro.
En la década de 1860, los autores de mayor popularidad embolsaban adelantos sustanciosos por sus obras. Después de tener sendos éxitos de público con «Adam Bede» y «El molino junto al Floss», George Eliot recibió una oferta de 10.000 libras por escribir «Romola», una cifra astronómica si pensamos que en aquella época se vivía holgadamente con 3.000 libras al año. Por su parte, Charles Dickens dejó a su muerte, en 1870, una gran fortuna, valorada en 93.000 libras.