Sus caudales pueden aumentar con glaciares afluentes que se funden en la corriente de hielo principal.
Un glaciar alpino es un espectáculo impresionante. Desde su fuente, en las laderas altas, hasta su extremo inferior, puede medir varios kilómetros de longitud y centenares de metros de espesor. Llena un valle de uno a otro lado y constituye un inmenso río helado. Al igual que los ríos, los glaciares de este tipo pueden ver aumentado su caudal con glaciares afluentes que se funden en la corriente de hielo principal. Los valles glaciares son típicos de los Alpes y de otros elevados sistemas montañosos de todo el mundo.
El segundo tipo de glaciares, llamado piemontino, se forma cuando uno de los antes citados desciende hasta las llanuras que se encuentran al pie de una montaña. Como no existen paredes que lo contengan, el hielo se extiende para formar una ancha capa, a veces de tamaño gigantesco.
Los heleros, por su parte, son inmensos casquetes de hielo que pueden cubrir cadenas montañosas enteras, islas e incluso continentes. Heleros de este tipo cubrieron la mayor parte de América del Norte y de Europa septentrional, y cubren todavía casi toda Groenlandia y la Antártida.
¿Por qué se forman los glaciares?
En cualquier lugar en el que durante el invierno caiga más nieve de la que se pierde posteriormente por fusión o evaporación, puede llegar a formarse un glaciar. La nieve y el hielo se acumulan año tras año en la parte alta del valle; con el tiempo, el peso y la presión aumentan tanto que el hielo comienza a deslizarse lentamente hacia abajo o, en el caso de que sea un helero, a extenderse en todas direcciones.
¿De dónde procede el hielo?
La nieve que cae en la zona de acumulación de un glaciar es como la de cualquier otro lugar, pero, en el curso del tiempo, los procesos naturales la convierten en hielo. El deshielo y el congelamiento repetidos comienzan por transformar los copos en masas de pequeños gránulos de hielo llamados firn o neviza. A medida que se amontona la nieve sobre él, el firn se aglomera cada vez más; finalmente, cuando tiene sobre sí una capa de unos 45 metros de espesor, el peso y la presión hacen que vuelva a cristalizarse formando hielo.