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Cirugía prehistórica

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Un descubrimiento sorprendente en las montañas de Perú.

Cirugía prehistórica

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Ephraim Squier -diplomático y antropólogo estadounidense- realizó un descubrimiento sorprendente mientras buscaba restos del hombre prehistórico en las montañas de Perú. Squier encontró el cráneo de un hombre de la Edad de Piedra al que aparentemente se le había practicado una operación quirúrgica. El cráneo presentaba dos finos surcos paralelos realizados con enorme precisión. Los surcos se intersectaban con otros dos, como las líneas del «ta te ti», y el hueso del cuadrado central había sido extraído limpiamente para dejar al descubierto el cerebro del paciente.

Instrumentos de sílex

El descubrimiento de Squier, realizado hacia 1860, confirmaba lo que ya se sospechaba desde el siglo XVII: que el hombre primitivo practicaba la trepanación -acción de horadar el cráneo con fines curativos o diagnósticos- hace unos 12.000 años. Entre los instrumentos de aquellos cirujanos había sierras de sílex, cuchillos de piedra y puntas de pedernal afianzadas en un palo para hacer agujeros; se enrollaba una cuerda de arco alrededor del palo, y este giraba al mover el arco hacia adelante y hacia atrás.

Tras su descubrimiento, Squier envió el cráneo peruano a un cirujano y antropólogo francés de fama internacional, el doctor Paul Broca, quien declaró que la trepanación se había practicado mientras el paciente estaba vivo. A medida que fueron saliendo a la superficie otros cráneos de la Edad de Piedra en Francia, Polonia, Portugal, Alaska y Perú durante los 20 años siguientes, se hizo evidente que la técnica de la trepanación había sido utilizada por distintas sociedades de la Edad de Piedra en varios continentes.

Un índice de éxitos considerables

Los cirujanos operaban a hombres, mujeres y niños no solo en caso de heridas en la cabeza, sino también para curar los ataques de nervios, la epilepsia, los dolores de cabeza, la depresión, los trastornos mentales e incluso el letargo. Se creía que todos esos síntomas eran producidos por malos espíritus que estaban dentro de la cabeza, por lo que era necesario perforar el cráneo para que salieran al exterior. Los analgésicos primitivos, como las hojas de coca, contribuían a aliviar el dolor.

Formas de ahuyentar el mal

De la Edad de Piedra a la del Bronce y luego a la Edad del Hierro, la superstición se convirtió en el motivo principal de las trepanaciones. Los cráneos se horadaban a fin de obtener trozos circulares de hueso que servían de talismanes para protegerse de los malos espíritus. Creencias semejantes perduraron hasta bien entrada la Edad Media; en el este de Europa, por ejemplo, se perforaba el cráneo de los cadáveres para impedir que los difuntos fueran poseídos por vampiros.

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