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¿Suelen matar los parásitos a sus huéspedes?

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Algunas enfermedades parasitarias pueden ser graves, y hasta mortales.  Generalmente se propagan a través de insectos u otros animales portadores llamados vectores.

Se llama parásito a un organismo que vive encima o dentro de otro privándolo de sus nutrientes, envenenándole o destruyendo sus tejidos. Entre los parásitos se encuentran formas microscópicas como los protozoarios que causan el paludismo, y otras que llegan a medir varios metros de largo como la tenia (solitaria).

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Las enfermedades parasitarias generalmente se propagan a través de insectos u otros animales portadores llamados vectores. El paludismo, por ejemplo, se adquiere por la picadura de un mosquito anofeles infectado, y la tenia al comer carne de puerco o de res mal cocida que contenga las larvas de este parásito intestinal.

Unas enfermedades parasitarias son leves, como el pie de atleta causado por un hongo, pero otras resultan graves y aún mortales.

Sin embargo, la mayoría de los parásitos no matan a sus huéspedes, ya que eso los mataría también a ellos y la enfermedad desaparecería. Por lo general, parásito y huésped conviven en lo que podría describirse como un estado de tregua. Si el huésped está sano y bien nutrido, puede soportar el daño que le causa el parásito; de no ser así, la enfermedad resulta más peligrosa.

¿Es lo mismo una enfermedad infecciosa que una contagiosa?

Mucha gente usa indistintamente los términos infeccioso y contagioso, pero técnicamente no significan lo mismo. El primero abarca un concepto más amplio y se aplica a las enfermedades que son transmisibles ya sea por animales o personas infectados o por objetos, agua o alimentos contaminados. El término contagioso, en cambio, tiene un significado más restringido y se usa para calificar a las enfermedades que se propagan sólo por contacto de una persona a otra.

Tanto las enfermedades infecciosas como las contagiosas son producidas por microorganismos a los que popularmente se llama microbios. Las enfermedades que no son provocadas por organismos vivos, como la esclerosis múltiple, por ejemplo, no son transmisibles.

La peste bubónica, la «muerte negra» que mató a una tercera parte de la población de Europa en el siglo XIV, era una enfermedad predominantemente infecciosa, pero no estrictamente contagiosa: la gente la contraía al ser picada por pulgas infectadas que a su vez habían adquirido las bacterias de las ratas a las que parasitaban, pero también puede darse la transmisión de persona a persona en la variedad de peste neumónica.

La rabia es otra enfermedad infecciosa pero no contagiosa: una persona con rabia no representa un peligro para la gente que la rodea; la enfermedad sólo se contrae a través de la mordedura de un perro, un murciélago u otros animales infectados. En cambio la gripe es infecciosa y contagiosa.

¿Cuál es la diferencia entre una enfermedad aguda y una crónica?

Enfermedades agudas son las que aparecen de pronto con síntomas severos que pueden llegar a ser incapacitantes; unas ceden por sí mismas, como es el caso de la indigestión aguda, otras necesitan intervención de urgencia, como una apendicitis aguda. Las enfermedades crónicas, en cambio, se desarrollan lentamente y persisten durante años; un buen ejemplo es la artritis o la arteriosclerosis. Hay otras, como el paludismo, que se llaman recurrentes porque los síntomas reaparecen periódicamente.

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