El humedal de Formosa retomará su ascenso en visitantes, luego de ser casi un secreto entre las bellezas naturales argentinas.
Si bien estamos en un momento en que el turismo hacia todos los destinos se encuentra detenido, no está demás poner nuestra mirada en los lugares que no conocemos y que serán un faro de atracción para cuando el proceso que afecta al mundo termine. Sin duda, los paraísos naturales estarán en los puestos altos de esa lista por ser lo opuesto a lo urbano y al encierro. Argentina tiene mucha suerte al contar con muchísimos de ellos, lo que incluye “clásicos” como el abanico de playas de la costa atlántica o los espacios ya altiplánicos de Salta y Jujuy. Lo bueno es que hay otros, que, como es el caso de varias de las 7 Maravillas Naturales Argentinas, comenzaban a ser conocidos y a ganarse el fervor de los viajeros hasta hace pocas semanas.
Entre los anteriores destaca con claridad, algo paradojalmente, lo que algunos comenzaron a bautizar como “la Venecia selvática argentina”, el Bañado La Estrella. Más allá de la pertinencia de la poética del apodo, lo cierto es que el humedal, ubicado en la provincia de Formosa dispone de una gran cantidad de atractivos que le otorgan novedad y atractivo. Desde los particulares “champales” (árboles muertos sobre los que crecen enredaderas, musgos y ¡hasta algas!), que son su marca registrada, el skyline punteado de pájaros, del lugar, hasta los productos elaborador por los pilagá, pueblo originario que habita sus bordes cambiantes, y de donde provienen los guías que llevan, con sus barcas, a los viajeros por las aguas mansas y bullentes de vida del bañado.
Justamente, el guía turístico devenido emprendedor, Francisco “Chilo” Ruiz hace hincapié en como, previo al parate obligado por el coronavirus, desde el momento en que el Bañado La Estrella fue elegido como una de las 7 Maravillas Argentinas, Formosa vio una fuerte alza en su actividad turística. Se llegó a recibir “cerca de mil personas de todo el mundo, mientras que hace cuatro o cinco años recibíamos 40 o 50 visitantes en toda la temporada”.
Ruiz alcanzó a realizar una mejora en su plan personal de ofrecer el servicio de alojamiento. Se trata de un emprendimiento familiar, que oferta dos cabañas con baños privado, y comidas típicas de la zona, lo que puede incluir una versión vegetariana o vegana.
El guía es optimista. Pese al momento actual “estamos convencidos que esto recién está empezando”, afirma. Y asegura que “trabajo va a ver”. Apenas antes de la cuarentena: “Las personas de aquí estaban construyendo quinchos, comprando piraguas”. Eso se reanudará en cuanto sea posible: “Es decir, vamos para adelante”.
Mientras tanto, les compartimos aquí algunas imágenes que transmiten algo de la belleza de esta “Venecia fluvial” creada por la Naturaleza.