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Mitos y verdades respecto al Coronavirus-19

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Al pasar las semanas, el conocimiento científico y médico crece rápidamente, también lo hace la confusión. Entregamos algunas precisiones sobre lo que se sabe, lo que se ignora, lo que se sospecha y lo que es falso.

¿Perder el olfato es un síntoma del Coronavirus-19?

Correcto / Para sorpresa inicial de pacientes y médicos, una cantidad importante de las personas contagiadas pierden o ven afectados su sentido del olfato. Es por eso qué, por ejemplo, en algunos lugares se comenzó a pedir a los visitantes huelan un algodón con vinagre como prueba antes de ingresar. No se sabe con certeza por qué ocurre esta pérdida. Sin embargo, se cree que puede ser debido a la acción del virus, el que infectaría los nervios que llevan la información de los aromas al cerebro, inutilizándolos temporalmente.

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¿Las gárgaras de agua tibia con sal curan la infección del virus en la garganta?

Falso / No hay evidencia de que este remedio casero ayude a atenuar o eliminar la infección.

¿El virus se transmite al hablar con una persona que no tose ni estornuda?

Probable / Las personas emitimos unas gotas muy pequeñas, invisibles, llamadas aerosoles al hablar. Un estudio publicado en marzo pasado en el New England Journal of Medicine, mostró cómo las partículas de coronavirus en aerosol pueden permanecer viables, flotando, hasta tres horas en el aire (eventualmente, más). De esa manera podrían contagiar a una persona mucho después de ser expulsadas por un enfermo. Por eso es importante ventilar los espacios de todo tipo y usar mascarillas para no expulsarlos o hacerlos en menor cantidad.

¿El coronavirus-19 es como una influenza solo que un poco más fuerte?

Falso / La influenza la provoca un tipo diferente de virus. Y, según la OMS, el coronavirus-19 es 10 veces más letal la influenza H1N1 o gripe porcina. La confusión proviene de que las personas somos afectadas por 7 coronavirus diferentes y cuatro de ellos son comunes; lo que quiere decir que enferman a la humanidad desde hace mucho tiempo. Como el Coronavirus-19 es nuevo (pasó de una especie animal a las personas hace pocos meses), la mayor parte de los seres humanos no tenemos defensas contra él, de ahí que pueda enfermar gravemente a quien se contagia, aunque sea del todo sano.

¿El virus desaparece en primavera y el verano?

Sin evidencia / Un estudio realizado, durante 10 años, con los cuatro coronavirus comunes en Ann Arbor, Estados Unidos, mostró que la casi totalidad de los casos se daba en los meses de invierno y solo el 2,5% de los casos se producía durante el verano. La incógnita es cuánto afectan las condiciones ambientales (temperatura, extensión del día, humedad) al virus. O si ello pasa únicamente cuando la mayoría de una población (habitantes de un lugar) ya lo sufrieron una primera vez.

¿Cuándo habrá vacuna contra el Coronavirus-19?

Probable, pero no seguro / En este momento 70 empresas farmacéuticas, laboratorios de instituciones estatales o asociaciones entre ambos trabajan para desarrollar una vacuna. Al menos tres ya están comenzando las pruebas en seres humanos sanos. Si bien un año o un año y medio parece muchísimo tiempo, normalmente una vacuna tarda de 10 a 15 años en llegar al mercado. Por otra parte, al menos uno de los proyectos, el liderado por la Universidad de Oxford, ha indicado que hay un 80% de probabilidad de que disponga de la vacuna en septiembre. O sea en cinco meses más. Dos grupos chinos, dos de EE.UU., uno alemán, uno israelí y el de Oxford parecen ser los más adelantados hasta el momento.

¿Habrá una “segunda ola” de infecciones?

Probable / Aquí existen dos elementos. El primero tiene que ver con que, si el 60% de la población de un lugar (ciudad, región, país, continente) no posee inmunidad contra el virus, éste se seguirá expandiendo en cuanto tenga una oportunidad (si se relaja totalmente una cuarentena, por ejemplo). Luego, está el tema, que ya vimos, de si el virus posee “estacionalidad”, esto es, si se ve afectado por los cambios que conllevan las estaciones. De ser así, podría “regresar” cuando la estación es favorable.

¿El virus afecta más a personas con sobrepeso y obesidad?

A investigar / La prensa informó que, en algunos lugares de Italia, el 80% de los fallecidos poseían una de estas dos condiciones. No obstante, en la ciencia existe el principio que dice que “contiguedad no es causación”, lo que quiere decir que, no porque dos cosas ocurran en simultáneo o una inmediatamente después de otra, una de ellas es la que provoca la otra. Si alguien escucha un trueno y de inmediato llueve, no significa que son los truenos los que causan la lluvia, Dicho eso, existen datos preliminares que indican que en las influenzas (que las provocan otros virus), las personas con obesidad o sobrepeso poseen mayor “carga viral”; esto es, producen más virus que los delgados. También podría ser que, dado que ambas condiciones se correlacionan con mayor posibilidad de sufrir diabetes 2, sea esto último el eslabón que conecta mayor obesidad con mayor mortalidad. Debe investigarse.

¿Quienes se recuperan sufren, a veces, efectos inusuales como fiebre y malestares?

Correcto / Pese a estar fuera de peligro, de vuelta en sus casas y en franca mejoría, existe una cantidad no menor de personas que continuan teniendo fiebre y otros síntomas físicos. Algunos manifiestan sufrir síntomas de orden mental, como depresión, ansiedad, ataques de pánico y pérdida de memoria de corto plazo. No se sabe si esto es resultado de la acción del virus sobre el sistema nervioso o una versión de schock post traumático, debido al estrés y la tensión vivida durante la infección.

Lo que se come y los suplementos vitamínicos no ayudan en nada frente al virus

Falso / Si bien cuando la enfermedad ya está declarada, o si quien la sufre posee una condición subyacente importante (daño pulmonar preexistente, EPOC, diabetes no controlada, daño cardiaco, etc), en efecto ni la dieta ni ningún suplemento, probablemente, harán la diferencia. Pero, el enfrentar al virus con un organismo bien pertrechado con la

cantidad necesaria de vitaminas B12, D y C, oligoelementos como el zinc u antioxidantes como la quercetina (proveniente de la cebolla), sí puede influir positivamente en el momento inicial. Todas las sustancias mencionadas, a excepción de la vitamina B12, influyen o participan en diversos mecanismos del sistema inmunitario. Su ausencia los debilita. Y, si bien la quercetina ha mostrado actividad viral en otros virus, y no se sabe exáctamente si lo hará contra el Coronavirus-12, existe alguna evidencia de su acción contra otros coronavirus. En el caso de la vitamina B12, su papel influyente en la creacón de glóbulos rojos y protección del sistema nervioso, también puede de ser de ayuda indirecta.

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